Al levantarse, se
afeitó con cuidado mientras sentía el estómago gruñir de hambre. Odiaba llegar
a hoteles baratos sin servicio de restaurant, pero no tenía más alternativa. O
seguía huyendo o era almuerzo para los gusanos en cuestión de horas. Y lo que
le esperaba no era una muerte digna. Sin entretenerse más en pensamientos
violentos, recogió su bolsa de viaje de cuero negro, ya empacadas sus pocas
pertenencias. Se dirigió directo a la recepción donde la obesa muchacha que
atendía lo vio con admiración. No era un jovencito, pero el conjunto formado
por la chaqueta de cuero y el mechón rubio en la frente, casi el único cabello
que se había dejado para cambiar su imagen lo hacía ver seguramente interesante
a los ojos de la chica, quien lo veía con interés. Atrás había quedado la barba
y el cabello largo hasta los hombros. Pagó el total de la habitación en que
había dormido, incluso dejándole a la chica una propina un poco fuera de sus
posibilidades. Pero no le importó, la chica lo aprovecharía más que él. Tomó su
casco ya previamente limpio desde la noche anterior, fue hasta el
estacionamiento y encendió su motocicleta. Triumph Tiger. Customizada con un
tigre blanco y dorado en el tanque, surgiendo de una cueva. Negro mate y cromo
brillante todo el resto. Última tecnología mezclada con nostalgia retro.
Perfecto. Metió su bolsa de mano en el pequeño cofre de plástico ABS en la
parte trasera, verificó las luces y se puso los guantes mientras el motor
ronroneaba hasta llegar a una temperatura de operación adecuada. Midió
rápidamente con un instrumento digital la presión de los neumáticos y el agarre
de los frenos, especialmente el delantero. Se puso el casco, subió a la
motocicleta y arrancó con un hermoso sonido del escape, profundo y vibrante,
pero en lo absoluto molesto. Condujo hasta buscar un sitio a la orilla del
camino en donde desayunó sin mucho apuro, sentado en una piedra. Viendo el poco
tráfico que había sonrió complacido, y pensó qué feliz había estado de haber
podido llevar su vida a su manera. Esos pequeños momentos lo hacían
reflexionar. Siguió su camino, luego de verificar la ruta en el GPS. Condujo
dirigiéndose hacia la costa, sin apresurarse mucho y disfrutando de la
maniobrabilidad que le ofrecía la Triumph en la curvilínea carretera.
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