miércoles, 4 de noviembre de 2015

El Evasor - Capítulo I





Al levantarse, se afeitó con cuidado mientras sentía el estómago gruñir de hambre. Odiaba llegar a hoteles baratos sin servicio de restaurant, pero no tenía más alternativa. O seguía huyendo o era almuerzo para los gusanos en cuestión de horas. Y lo que le esperaba no era una muerte digna. Sin entretenerse más en pensamientos violentos, recogió su bolsa de viaje de cuero negro, ya empacadas sus pocas pertenencias. Se dirigió directo a la recepción donde la obesa muchacha que atendía lo vio con admiración. No era un jovencito, pero el conjunto formado por la chaqueta de cuero y el mechón rubio en la frente, casi el único cabello que se había dejado para cambiar su imagen lo hacía ver seguramente interesante a los ojos de la chica, quien lo veía con interés. Atrás había quedado la barba y el cabello largo hasta los hombros. Pagó el total de la habitación en que había dormido, incluso dejándole a la chica una propina un poco fuera de sus posibilidades. Pero no le importó, la chica lo aprovecharía más que él. Tomó su casco ya previamente limpio desde la noche anterior, fue hasta el estacionamiento y encendió su motocicleta. Triumph Tiger. Customizada con un tigre blanco y dorado en el tanque, surgiendo de una cueva. Negro mate y cromo brillante todo el resto. Última tecnología mezclada con nostalgia retro. Perfecto. Metió su bolsa de mano en el pequeño cofre de plástico ABS en la parte trasera, verificó las luces y se puso los guantes mientras el motor ronroneaba hasta llegar a una temperatura de operación adecuada. Midió rápidamente con un instrumento digital la presión de los neumáticos y el agarre de los frenos, especialmente el delantero. Se puso el casco, subió a la motocicleta y arrancó con un hermoso sonido del escape, profundo y vibrante, pero en lo absoluto molesto. Condujo hasta buscar un sitio a la orilla del camino en donde desayunó sin mucho apuro, sentado en una piedra. Viendo el poco tráfico que había sonrió complacido, y pensó qué feliz había estado de haber podido llevar su vida a su manera. Esos pequeños momentos lo hacían reflexionar. Siguió su camino, luego de verificar la ruta en el GPS. Condujo dirigiéndose hacia la costa, sin apresurarse mucho y disfrutando de la maniobrabilidad que le ofrecía la Triumph en la curvilínea carretera.

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