domingo, 28 de agosto de 2016

Cap. V - "Posesión". El comienzo del fin.





Roberto entró a su pequeño taller en el garaje, donde prefería tener todos sus implementos, lejos de las inquietas manos de sus chicos. Encendió el computador que tenía en una esquina, y comenzó a buscar un proyecto interesante para llevar a cabo. Harto de portarretratos insípidos, revisteros y cajitas para joyas, se decidió a hacer un grabado. Unas fotografías que vió en uno de los foros le dieron la idea de grabar un escudo medieval. Su proceso de selección no fue difícil. Uno de los primeros que surgió en su monitor fue el de la familia Bukóry. Una calavera con los dientes puntiagudos, dos cimitarras o armas parecidas…y un haz de flechas. En seguida pensó que a los chicos les iba a gustar. La descargó, trabajón un rato en ella mientras la procesaba con su software especial para imágenes, y colocando una placa de madera ya preparada previamente, comenzó el proceso de grabado en relieve. No era aficionado a beber, pero se permitía un par de sorbos a la botella mientras la máquina automatizada hacía su trabajo. Se sirvió un poco en una taza de café recientemente usada que encontró a la mano. Volviendo a su monitor, se dedicó a leer los comentarios dedicados al escudo. Abrió un enlace, y quedó embebido en la observación de un enorme cuadro que había estado en el castillo de la familia en la Europa del Medioevo, durante muchos años, y que representaba fielmente una de las matanzas más famosas, la de la aldea de Fodor, en un lejano valle de lo que luego sería Transilvania. Qué epoca tan brutal, pensó. Menos mal que ese tipo de cosas ya no ocurrían. Claro, no era exactamente alguien a quien le interesaran mucho las noticias mundiales. Después de todo, tenía una vida cómoda en su pequeño y seguro rincón del mundo. Pero no sabía que los humanos podían ser una antena de alta frecuencia, para las sensibilidades de algunas conciencias que supieran escucharlas.

domingo, 14 de agosto de 2016

Continuación - Cap. IV - El Despertar - ""Posesión"





Cuando fueron aprendiendo, comenzaron a implantar ideas extrañas. Decorarse con diferentes objetos para diferenciar sus clanes de las demás entidades, y luego en el correr del tiempo, una gran variedad de símbolos, como banderas, estandartes...y escudos. Aquí radica el punto de inflexión de toda la situación que desencadenó la espantosa aventura de Teo y Violeta. Luego de que lo tuvo listo, ese escudo sería testigo de enormes matanzas sin sentido. No había ninguna razón en sus andanzas. Llegar a un pequeño poblado, arrasar con sus habitantes, saquearlo, vandalizarlo, y luego proseguir con el próximo. Durante decenios, el escudo se fue asociando en esa mente no humana, ni animal, con el divino placer que le producían la muerte, el dolor y el horror. Ya la imagen del escudo sería una parte de ella, para siempre. Y con él ondeando sobre pueblos ardientes, cubiertos de cuerpos mutilados, había aprendido a extraer una exquisita energía que le servía de alimento, a partir del terror y el pavor que experimentaban los pequeños seres a quienes había aprendido a esclavizar. Y extraños como son los designios de algunas cosas, ese escudo permanecería inalterado en pergaminos antiguos de monjes que los registrarían para el conocimiento de los historiadores en los siglos venideros. No solamente sería placer lo que obtendría esa entidad que usaba su escudo durante las expediciones. Sería miedo. Y eso para ella, significaba alimento.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Nueva entrada Cap. IV - Posesión.





Cuando fueron aprendiendo, comenzaron a implantar ideas extrañas. Decorarse con diferentes objetos para diferenciar sus clanes de las demás entidades, y luego en el correr del tiempo, una gran variedad de símbolos, como banderas, estandartes...y escudos. Aquí radica el punto de inflexión de toda la situación que desencadenó la espantosa aventura de Teo y Violeta. Durante la Edad Media, por los pueblos más violentos, bárbaros y atrasados que poblaban la Europa de aquella época, existía un clan extraordinariamente sanguinario. En el caos generado por la peste (que había sido producto de una de las “armas” de una pequeña y traviesa entidad aficionada a mutar microorganismos) esta entidad había encontrado divertido reunir una enorme cantidad de humanos susceptibles al fanatismo y con propensión a la violencia. No le había sido muy difícil identificar una serie de líderes y luego emplearlos durante varias generaciones para hostigar las otras tribus de sus hermanas. Y a quién no le ha gustado molestar de vez en cuando a un hermano?...como también le gustaban los símbolos, decidió que su clan de guerreros debía de tener un escudo. Ocupando un cuerpo con algo de dotes artísticas, comenzó a experimentar con variados diseños para un escudo. Al final, luego de haber agotado hasta la locura y posterior extinción del primer organismo, se encontró a sí misma en un escudo de fondo rojo sangre, una calavera blanca y negra con dientes filosos, dos cimitarras cruzadas y un abanico de flechas.

lunes, 1 de agosto de 2016

Cont. Cap IV - El Despertar. Sigue la evolución!!





Comenzó a evolucionar una raza primigenia. Bípeda. Se hizo omnívora por necesidad. Algo lentamente, comenzó a tomar forma. Se hizo patente la necesidad de agruparse para defenderse de los depredadores primero, y de otros grupos familiares después. Las entidades comenzaron a ver cada vez más interesante enfrentarse unas a otras de esa forma. Y se fueron adaptando tanto, que preferían cada vez que podían, albergarse en un cuerpo físico. Al principio le podían otorgar algunas facultades especiales, como una vida extraordinariamente larga o capacidad de regeneración, pero a medida que iban evolucionando los organismos, esas habilidades eran más difíciles de lograr. Así que fueron limitándose a manipular como pudieran, a los seres más débiles. Pero la naturaleza había reaccionado. Se habían llevado la sorpresa de sus larguísimas vidas cuando unos cuantos de ellos los habían sacado de sus cuerpos al apenas haber entrado, causándoles una especie de dolor frío que las había sacudido durante mucho tiempo. La lucha por la supervivencia había ya llegado a esos extremos. Así que, cuando detectaban a seres que tenían ciertas características especiales, entraban a su cuerpo y comenzaban, sin extraer al habitante original del todo, a proceder como si fueran unas simples marionetas.