También era soltera: primero quería viajar y recorrer el mundo antes de echar raíces, y definitivamente no quería hacerlo en el pueblo. La mayor parte de la población eran parejas casadas ya cercanas a la edad de retiro, y los incentivos para formar familia en una ciudad tan pequeña no eran muchos. Tampoco era partidaria de vivir en una ciudad tan grande como Tokyo, Buenos Aires o Nueva York, pero demasiada tranquilidad la ponía de un humor algo pesimista. Por lo que sus posesiones no eran muchas: una pequeña motoneta con la que se desplazaba por todo el pueblo, para deleite de los pequeñuelos de su salón de clases que la saludaban al verla ir en ella a la tienda de comestibles o a alguna otra diligencia habitual.
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